
Este cactus es de fácil cultivo en la mayoría de los lugares. Acostumbrado a su hábitat natural en los Andes, a grandes altitudes y con abundante pluviosidad, puede soportar temperaturas muy por debajo de lo que resisten muchas otras especies. Requiere un suelo fértil y bien drenado. El promedio de crecimiento es de medio metro al año. Es susceptible de padecer enfermedades fúngicas si se riega en exceso. Puede sufrir quemaduras o presentar una reacción clorótica debido a la sobre exposición solar, por lo que es mejor mantenerlo en semisombra durante el verano en latitudes de clima templado. Se multiplica fácilmente por semillas. Los requisitos son: mantener un alto grado de humedad, una mezcla de sustrato nutritiva y con buen drenaje, agua suficiente (pero no demasiada) y luz.